El argentino que simulará una misión a Marte para que las personas con discapacidad estén más cerca de viajar al espacio

0
4

Musso pasará

Es difícil determinar el momento exacto en el que empieza una pasión. Algo tan emocional, tan visceral, no suele tener una puerta de inicio tan clara, sino más bien una acumulación de pequeños hitos, como si fueran ladrillos, que de repente se convierten en una de las columnas que sostienen la vida de una persona. La pasión de Sebastián Musso empezó a empezar cuando tenía 8 años y se paró delante de la biblioteca de sus padres.

De las enciclopedias que encontraba allí, siempre elegía las mismas páginas: las que tuvieran información e ilustraciones sobre astronomía. Algo de eso le atraía más que cualquier otra lámina de las que venían en esos libros cargados de datos. Algo de eso -mucho de eso- le atrae apasionadamente hasta hoy, que tiene 48 años y está a punto de convertirse en el primer sudamericano en participar de una misión análoga para astronautas con alguna discapacidad.

En criollo: Musso va a ser la primera persona nacida en la región que participe de un ensayo en el que se replicarán algunas condiciones de Marte para que se estudie qué adaptaciones hay que hacer para que una persona con discapacidad pueda viajar al espacio exterior.

“Voy a viajar a Natal, Brasil, y voy a estar dentro del habitat adaptado durante seis soles marcianos”, le cuenta Musso a Infobae desde Mar del Plata, la ciudad en la que nació y en la que vive. De esa pasión que empezó cuando era apenas un chico hizo un destino: estudió Ciencias de la Comunicación y, como nunca dejó de aprender sobre el espacio exterior, se convirtió en un divulgador científico. Da charlas y cursos, escribió varios libros, asesora a museos que buscan organizar muestras sobre la disciplina que lo apasiona y, desde hace más de veinte años, trabaja especialmente en la difusión de la astronomía a personas ciegas.

Musso es un autodidacta y desde los 12 años divulga sus conocimientos sobre astronomía. Asesora a museos, escribe libros y da charlas en colegios

“Me apasioné con las enciclopedias de mis viejos, y ahí nomás les pedí a Papá Noel y los Reyes que me trajeran libros de astronomía. Desde ese momento no paré de leer e investigar sobre el tema. Y a los 12 ó 13 años di mi primera charla”, recuerda Musso. Fue en un club de astronomía de su ciudad, en el que los adultos se habían dado cuenta de que ese chico amaba lo que aprendía y sabía contarlo muy bien.

Dio charlas en escuelas y se acostumbró a hablar en público de eso que todavía le encanta. “Decidí formarme en Comunicación porque para la astronomía siempre fui un autodidacta, y yo lo que quería era perfeccionar mi capacidad para contar todo eso”, suma Sebastián. En agosto, viajará alrededor de doce días a Natal, Brasil, para participar de lo que se llama una “misión análoga”. Se trata de una especie de reproducción de determinadas condiciones presentes en el espacio que sirven para probar desde trajes espaciales hasta el diseño de las naves.

Musso nació con una distrofia muscular genética que afecta sobre todo su capacidad de caminar sin ayuda o de levantarse de la cama o de un asiento sin ningún apoyo. “No es una distrofia de las más graves, que impacte en órganos vitales como el corazón, pero en casa camino apoyado en las paredes y en la calle, por ejemplo, me tomo del hombro de mi esposa”, describe. “Esta condición me distingue del astronauta promedio, que en general tiene unas condiciones físicas muy por encima de la media, y me convierte en el primer sudamericano con alguna discapacidad en participar en esta especie de ensayo aeroespacial”, suma.

La idea la tuvo él, que se contactó con uno de los dos habitats aeroespaciales que hay en Sudamérica. Es en Natal y depende de la Universidad de Río Grande del Norte, y de la misión de la que Musso será protagonista también participará un médico colombiano que trabaja con la Agencia Aeroespacial de Canadá.

En un vuelo en un aeroliviano Musso simuló las condiciones de velocidad de una nave que llega a 100 kilómetros de distancia de la superficie terrestre

En el habitat, un espacio que no tendrá condiciones de gravedad distintas a las terrestres pero que estará diseñado de forma similar a los interiores de las naves que viajan a Marte, estarán un ingeniero espacial a cargo de la supervisión, Sebastián, y otro tripulante análogo que, a diferencia de él, no presenta ninguna discapacidad.

“No falta mucho para que viajar al espacio sea algo a lo que, de repente, pueda acceder una familia. Desde ya, una familia con mucho dinero, pero una familia o un grupo de amigos que van a tener no el cuerpo de un astronauta entrenado, sino tal vez un cuerpo más viejo, más pequeño, más gordo o con alguna discapacidad, como es mi caso. Por eso propuse este ensayo, que permitirá determinar qué tipo de adaptaciones hay que hacerle a un traje o al habitáculo que viaja al espacio”, describe Musso.

Va a estar seis días marcianos -cada uno dura 24 horas y 40 minutos, un tiempo muy similar al día terrestre- dentro de ese habitat. Tendrá, según estima, no más de un kilo de pertenencias para llevar con él y no más de 15 minutos diarios para comunicarse con “el afuera” del habitat, como suele ocurrir en las expediciones espaciales. Llevará una camiseta de San Lorenzo, el club del que es hincha, “porque los astronautas estadounidenses llevan sus camisetas de baseball o basket”, cuenta.

“La idea es ver qué adaptaciones se le puede hacer tanto al traje como al espacio de la nave. Por ejemplo, mejores sostenes para quien necesite ese apoyo por su condición física, o barandas, o una guía con distintas texturas para las personas ciegas, o determinados estímulos magnéticos para las personas con audición reducida”, describe Musso.

Para Musso, no falta tanto para que una familia (con suficiente dinero) pueda viajar al espacio. Para eso, deben cumplirse condiciones que no sean sólo para astronautas profesionales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Durante los seis días que pasará en el habitat de Natal, Sebastián tendrá que hacer las actividades cotidianas que podrían realizarse en el día a día de una expedición. “Hay varias actividades que no sé en qué consistirán porque es parte de la experiencia no poder prepararme de antemano y resolver in situ. Las actividades las proponen los investigadores de la universidad, que son los que analizarán algunos de los resultados”, explica el divulgador marplatense.

Además, como vestirá un traje HexoSkin como los que se usan en misiones aeroespaciales, los sensores que tiene ese equipamiento permitirán determinar las reacciones de su cuerpo. “Se monitorea desde el ritmo cardíaco hasta los ritmos circadianos, el sueño y la presión arterial”, cuenta Musso.

“Ya viajaron personas con discapacidad al espacio. Por ejemplo, de parte de la NASA, un astronauta con discapacidad auditiva. Pero creo que nunca estuvimos tan cerca de que no sólo viaje un astronauta profesional sino también una persona que no se dedica específicamente a esa actividad, y eso puede incluir a personas con discapacidad. Por eso voy a hacer esta experiencia, para ver qué adaptaciones pueden requerir las tareas, los espacios y los trajes”, describe. Ya prepara relojes solares y astrolabios que le servirán en el habitat: son objetos pensados según cómo se ve el cielo desde el planeta rojo.

Todo lo que aprenda en su viaje a Natal le servirá para seguir nutriendo su actividad como divulgador científico. Para seguir haciendo libros, charlas, cursos y exposiciones que, de alguna manera, hagan viajar al espacio a quienes quieran escucharlo. Como lo hizo viajar una enciclopedia hace cuarenta años, en una expedición que aún no llegó a su fin.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí