El sacerdote Franco Alberto Lütens, de 62 años, fue detenido este lunes por la Policía Bonaerense en su casa de la zona de Ranelagh, tras un año de investigación en su contra. El delito en la calificación del expediente es aberrante: abuso sexual gravemente ultrajante agravado; abuso sexual con acceso carnal en concurso real reiterados, agravado por haber sido cometido por ministro de culto, además de corrupción de menores, contra tres víctimas. Las propias víctimas se unieron para denunciarlo, representados por abogados querellantes.
La investigación contra Lütens había comenzado en 2024, a cargo de la fiscal Bárbara Velasco de la UFI N.º 8 de Quilmes, bajo la firma del magistrado Diego Agüero. La propia Iglesia le había soltado la mano al sacerdote, que había estado a cargo de la Iglesia Virgen María Madre del Pueblo, ubicada en Berazategui, el escenario de los supuestos abusos.
“El Obispo de Quilmes dispuso en junio de 2024 el apartamiento de su función en la parroquia y de todas las actividades pastorales del sacerdote denunciado. En ese entonces fue trasladado a un domicilio que fue informado a la Justicia y donde, este lunes, se llevó a cabo el allanamiento”, aseguró un comunicado del Obispado de Quilmes, a cargo de monseñor Carlos Tissera.
Infobae accedió a los contenidos de la acusación contra Lütens. Cualquier detalle sobre las víctimas será preservado. Hay tres víctimas en la causa, dos varones, una mujer. Los ataques ocurrieron durante años en el caso de cada víctima.
En el caso de la primera víctima, “abusó sexualmente en reiteradas oportunidades” de un menor de edad, asegura la acusación judicial, desde sus 16 hasta sus 19 años, en la casa parroquial a cargo de Lütens. El joven era un monaguillo: el cura, supuestamente, se frotaba en su cuerpo y se masturbaba frente a él. Luego, lo accedió carnalmente. Los hechos continuaron hasta 2021, cuando Lütens, siempre de acuerdo a la imputación, atacó al monaguillo en una pileta ubicada en una casa quinta de la zona.
La segunda víctima, una mujer hoy de 42 años, fue atacada “al menos desde el año 1998 y hasta septiembre del año 2012″. La mujer acudía a la iglesia en busca de ayuda espiritual. “Lütens efectuaba tocamientos en las partes íntimas de la víctima por sobre la ropa y por debajo de la ropa en distintas circunstancias, cuando Roldán se quedaba a dormir en la casa de Lütens situada en Ramos Mejía”, sigue el texto. En 2006, supuestamente comenzó a violarla, tanto en su casa personal como en la casa parroquial.
La tercera víctima, un varón, habría sido atacado “desde sus 14 hasta sus 18 años, entre 2004 y 2008″. A este joven, que iba a la iglesia con la anuencia de su madre, Lütens supuestamente le daba de beber alcohol y lo masturbaba.
Violación a la confianza
Las víctimas declararon y sus testimonios se convirtieron en piezas clave para el expediente de la fiscal Velasco. La mujer supuestamente abusada desde su adolescencia, aseguró, confiaba en el cura. “Ella lo quería como a un padre, era su amigo, encontró un referente en él”, afirma la transcripción judicial de su relato.
En el caso del monaguillo, “a sus 14 años comenzó a decirle que era como un hijo para él y que fuera libre de confiarle sus asuntos”. Con el tiempo, Lütens comenzó a denigrarlo más todavía: según otro testimonio en la causa, lo llamaba “Pepita” y “Osito”.
“Por su minoría de edad, se encontraban inmersos en un estado de mayor vulnerabilidad, como así la especial posición de preeminencia espiritual del que se aprovechaba el imputado para cometer los actos abusivos que se le reprochan”, razonó la fiscal Velasco antes de pedir el arresto y allanamiento al juez.
Lütens no había sido indagado por Velasco al cierre de esta nota; se aguardaba que fuese asesorado por su abogado, un defensor oficial.
