Daniel Fernández Strauch, uno de los sobrevivientes del accidente del vuelo 571 en los Andes, murió este jueves en Montevideo, Uruguay. Tenía 79 años.
Gustavo Zerbino, quien también sobrevivió al episodio ocurrido en octubre de 1972, confirmó la noticia a la Agencia EFE. Recordó a Fernández Strauch como “un amigo entrañable, un gran padre y un gran abuelo”.
“En la cordillera fue un baluarte. Gran amigo, siempre positivo. Como era de los más viejitos ponía paz y tranquilidad”, relató, refiriéndose a los más de 70 días que el grupo sobrevivió a lo que luego se conocería como la Tragedia de Los Andes.
El 13 de octubre de 1972, el avión que trasladaba a la delegación del club de rugby Old Christians a Chile se estrelló en plena Cordillera.
Con el impacto, 13 de los 40 tripulantes murieron en el acto, mientras que otros lo hicieron días después a causa de las heridas, el frío extremo del lugar y un alud ocurrido el 29 de octubre.
Pese a ello, 16 lograron sobrevivir: Gustavo Zerbino, Antonio Vizintin, Eduardo Strauch, Adolfo Strauch, Fernando Parrado, Ramón Sabella, Carlos Páez, José Luis Inciarte, Javier Methol, Roy Harley, Álvaro Mangino, Roberto Francois, Pedro Algorta, Roberto Canessa, Daniel Fernández y Alfredo Delgado. Fueron rescatados entre el 22 y el 23 de diciembre.
Además de Strauch, otros tres sobrevivientes fallecieron desde entonces: Álvaro Mangino Schmid también este año, José Luis ‘Coche’ Inciarte en 2023 y Javier Methol en 2015.
El director de La Sociedad de la Nieve (2023), Juan Antonio Bayona, despidió a Fernández Strauch con una sentida publicación en su perfil de Instagram.
“Daniel se marchó, pero no sin antes pelearla, como hizo toda su vida, dando ejemplo. Escucharle te daba energía. Era un hombre parco en palabras, no hablaba si no era necesario. Pero esa sequedad no era más que un escudo para proteger un corazón gigante. De todos los supervivientes de los Andes, era uno de los que más se emocionaba al hablar”, escribió. La publicación esta acompañada con una foto de ambos en octubre del año pasado en Montevideo.
Y agregó: “¡Qué humanidad tenía! En la montaña le tocó asumir un papel muy difícil —¡como si hubiese habido uno fácil!—, y lo hizo porque alguien tenía que hacerlo. Fue un honor conocerle, pasar tiempo con él. Gracias infinitas por todo».
La Tragedia de los Andes
El 13 de octubre de 1972 el avión Fairchild F-227 que llevaba al equipo de rugby amateur Old Christians Club de la ciudad de Montevideo, que iban a jugar un partido en Santiago de Chile contra el Old Boys Club, se había accidentado en plena cordillera.
Luego de un viaje con mal tiempo, el piloto -creyendo que estaban cerca de un aeropuerto- comenzó a descender, y un ala impactó contra una montaña, luego la otra y además se desprendió su cola. El fuselaje se deslizó por la nieve y quedó en medio de la cordillera. Llevaba 40 pasajeros, entre los jugadores, familiares, amigos, y cinco tripulantes. Como resultado del impacto, 11 murieron. Otros fallecerían en los días siguientes debido a sus heridas y como consecuencia de una avalancha de nieve.
Cuando por radio se enteraron de que nos los buscaban más, supieron que había llegado el momento de actuar para sobrevivir.
A la hora, en Chile ya se sabía que el vuelo estaba perdido y por la tarde la noticia se supo en Uruguay. Luego de ocho días de intensa búsqueda, con aeronaves chilenas y argentinas, las operaciones se suspendieron. Dieron a la nave por perdida.
Abandonados en la inmensidad de la cordillera, refugiados en lo que quedaba del fuselaje del avión, a la semana se les había acabado lo poco que tenían comestible. Cuando por una radio a transistores que encontraron se enteraron que ya no los buscaban, tomaron conciencia de que todo dependía de ellos.
Ante la falta de alimentos, debieron tomar la drástica y traumática determinación de recurrir a la antropofagia.
Luego de varios intentos de exploración en la inmensidad de la cordillera en la búsqueda de encontrar ayuda, el 12 de diciembre Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín emprendieron una caminata hacia el oeste. Abrigados con varias prendas superpuestas y con sacos de dormir que improvisaron con el revestimiento del aire acondicionado del avión, lograron pasar las gélidas noches. Luego de tres días sin resultados, Vizintín resolvió regresar con el grupo y continuaron Canessa y Parrado.
Caminaron durante varios días y en un valle encontraron un río. Lo siguieron y al anochecer del 22 de diciembre, cuando recogían leña, vieron a tres hombres en la otra margen del río llamado El Barroso. Cuidaban a unas ovejas que pastaban en el lugar. El ruido que provocaba el potente caudal del agua les hizo imposible hacerse escuchar. Estaban tan débiles que hasta les costaba gritar.
Con las escasas fuerzas que le quedaba, luego de agotadoras jornadas de caminata, Parrado escribió: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?
Ató la nota a una piedra y la arrojó a la otra orilla. El arriero la leyó e hizo señas de que había comprendido. “En un principio pensé que era gente que estaba turisteando, o que eran cazadores…” Pero al leer el papel, al par de hombres que vestían como andrajosos les lanzó cuatro panes y les hizo señas de que volvería. “Ver al arriero fue una sensación muy especial”, recordó años después Parrado. “Fue un ángel que apareció de la nada”.
Junto a su hijo Juan de la Cruz, cabalgaron cerca de 100 kilómetros hasta llegar al retén de Carabineros en Puente Negro. Los efectivos no le creyeron hasta que les mostró la nota.
El sábado 23 de diciembre, 72 días después del accidente, los sobrevivientes fueron rescatados.