La historia de la multimillonaria que fue pionera en invertir en la bolsa y dejó su fortuna para obras sociales

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La aristócrata Eufrásia Teixeira Leite (1850-1930) dejó una fortuna suficiente para comprar 1850 kilos de oro, lo que al cambio actual significa unos US$193.000.000. Sin herederos directos, su testamento benefició a varias instituciones asistenciales y educativas, y promovió la caridad en su ciudad natal, Vassouras, en Río, y en París, donde vivió la mayor parte de su vida.

Su peculiar biografía, cada vez más escrutada por los investigadores, revela una mujer que supo superar los límites de la feminidad de su tiempo, trabajando en ámbitos entonces restringidos a los hombres, especialmente el mundo financiero. Más que eso, supo leer la evidencia de su tiempo y, así, como una capitalista moderna, logró multiplicar sabiamente las inversiones de su familia.

“Su capacidad de iniciativa rompió las barreras de género”, declaró a BBC News Brasil la antropóloga Priscila Faulhaber, profesora del programa de posgrado en museología y patrimonio de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (UniRio) y del Museo de Astronomía y Ciencias Afines (Mast). “Sin hijos varones, su padre enseñó a sus hijas a dirigir el negocio familiar. Ella utilizó las habilidades que aprendió de su padre, quien la educó en un lenguaje cosmopolita, transmitiéndole las lecciones de buenos modales propias de las jóvenes aristocráticas”.

Faulhaber recuerda cómo Eufrásia fue una mujer pionera en el mundo financiero. “Se destacó por ser la primera mujer en invertir en la Bolsa de París, demostrando que las barreras que antes dificultaban el ingreso de otras, si bien eran prohibiciones sociales, no implicaban impedimentos formales para ejercer ese rol”, comenta la antropóloga.

“Además de las técnicas que aprendió para manejarse en el mundo de las cuentas empresariales, también demostró intuición y capacidad para invertir y multiplicar la fortuna que heredó de sus padres”, añadió. “Observo un resurgimiento del interés por la figura de Eufrásia, destacando el papel de una mujer que alcanzó un éxito impresionante como pionera profesional indiscutible. Pero, aún queda mucho por investigar”, declaró la socióloga y antropóloga Cecília Elisabeth Barbosa Soares, investigadora independiente que está preparando un libro sobre esta figura histórica.

“Personalmente, veo a Eufrásia como una mujer aristocrática que tuvo en su padre un maestro y mentor de conocimientos diferentes, yendo más allá de lo que era ‘socialmente permitido’ en la educación femenina [en esa época]”, dice el abogado Cirom Duarte e Alves, director del Museo Casa da Hera en Vassouras. La institución, que preserva la historia personal y familiar de Eufrásia, funciona en la misma propiedad donde ella vivió durante su infancia.

“En una época en la que las mujeres debían limitar sus conocimientos a las tareas domésticas, la lectura y la escritura, las cuatro operaciones matemáticas básicas y, si pertenecían a la aristocracia, a saber tocar un instrumento musical y dominar al menos una lengua extranjera, las niñas Teixeira Leite también aprendían matemáticas financieras, nociones del mercado y los movimientos de las bolsas de valores”, añade. “Todo para que pudieran gestionar su propio destino”, concluye.

Más allá de lo básico

Eufrásia nació hace 175 años, el 15 de abril de 1850, fruto de un matrimonio que unió dos apellidos ricos de la sociedad carioca: los Teixeira Leite, por parte paterna; y los Correia y Castro, por línea materna. La menor de tres hermanos, fue educada desde pequeña para tomar las riendas del negocio familiar. Su hermano primogénito murió siendo niño. Su hermana, 5 años mayor, Francisca Bernardina Teixeira Leite (1845-1899), tenía graves problemas de salud, probablemente congénitos.

Joaquim José Teixeira Leite (1812-1872), el padre, tenía una empresa que encargaba negocios de los caficultores y prestaba dinero con interés a esos grandes terratenientes. Era licenciado en Derecho por la Facultad do Largo São Francisco, en São Paulo, y también era un político elocuente: llegó a ser vicepresidente de la provincia de Río de Janeiro.

Retrato de Eufrásia, cuadro realizado cuando tenía 37 años

Además, como relata el investigador de Casa da Hera, Marco Antônio Xavier, fue un hombre que demostró interés por varios temas relevantes de su época, como “la mecánica y el funcionamiento de las máquinas de vapor”. También “comprendió la importancia, a medio plazo, de sustituir el trabajo esclavo por el de los inmigrantes europeos”. “No porque fuera abolicionista, sino por su pragmatismo al analizar las reiteradas crisis en el uso de mano de obra esclavizada, incluidas las revueltas, y el futuro incierto de sus dueños”, señala el investigador.

Joaquim José también dominaba “lo que hoy llamamos logística” y esto “fue fundamental para el éxito de las exportaciones de café”. Según Xavier, los padres de Eufrásia también disfrutaban del teatro, la literatura y las artes en general. Para el investigador, Joaquim José preparó a su hija “para sucederle”.

Profesor de la Universidad Veiga de Almeida (UVA), el museólogo Flávio Bragança destaca a BBC News Brasil que la educación ofrecida por Joaquim José a sus hijas era inusual para la época. “La hipótesis más apoyada es que el padre […] habría enseñado matemáticas financieras a sus hijas, en contraposición a la tradición de la época de que la educación femenina estuviera específicamente dirigida a las actividades domésticas, con miras al matrimonio y la maternidad”, destaca.

“La singular formación de la familia queda atestiguada por los casi mil libros que componen su biblioteca privada en el Museo Casa da Hera, un número raro de volúmenes en el siglo XIX”, afirma el profesor. “También es importante destacar que fue Eufrásia quien demostró talento para los negocios”, añade.

Cuando tenía 7 años y su padre era diputado, la familia se trasladó a París y permaneció allí unos dos años, según recoge el periódico Correio Mercantil. El objetivo era curar la enfermedad de Francisca. “Se especula que tenía un problema en los huesos de la cadera y que no podía quedar embarazada por el riesgo de muerte”, dice Duarte e Alves. “El hecho es que [las dos hermanas] se hicieron compañía mutuamente, alejadas de familiares egoístas, durante toda su vida”, añade.

En su investigación, Bragança también encontró una relación entre Eufrásia y su abuela materna, una baronesa que, viuda, administró con éxito una gran finca en el municipio de Vassouras. Según él, especialmente cuando la futura magnate tenía entre 11 y 23 años, “habría sido influenciada” por su abuela “en la formación de su autoimagen por encima de las presiones sociales que caían sobre las mujeres”.

En la Bolsa de París

Las hermanas Teixeira Leite perdieron a su madre en 1871 y a su padre en 1872, cuando Eufrásia tenía 22 años. Ambas heredaron una buena cantidad de dinero, inversiones y propiedades.

Al observar un cierto declive económico en los alrededores, con el escenario de crisis de las últimas décadas del régimen esclavista, decidieron partir hacia París.

Fue entonces que Eufrásia emprendió el proyecto con éxito, y no a la antigua usanza, es decir, comprando tierras, esclavizando a la gente y plantando para exportar.

Multiplicó su fortuna mediante el mercado financiero.

Soares contextualiza que, si bien provenía “de una familia muy involucrada en el vil sistema de la esclavitud”, vivido en su apogeo por sus padres, en su generación “no siguió exactamente la tradición”.

En cierto modo, innovó dentro de las posibilidades del capitalismo incipiente.

“Si consideramos que Eufrásia vivió entre las dos fuerzas del siglo XIX, el romanticismo y el capitalismo, debemos considerar que fue en la segunda donde mejor se desempeñó”, comenta Bragança.

En la capital francesa, Eufrásia se convirtió en una inversora pionera en el mercado de valores. En aquel entonces era un ambiente estrictamente masculino.

“Eufrásia no reventó la burbuja, pero supo aprovechar las lagunas del sistema”, contextualiza Duarte y Alves.

“No negoció directamente, en persona, en la bolsa. Sino que utilizó representantes de hombres de su confianza. No les delegó la toma de decisiones, sino que mantuvo el control de las inversiones”, añade.

El jefe de éstos era un alemán naturalizado francés. “En París, quien gestionaba los negocios de Eufrásia y era responsable de su residencia […] era el corredor de bolsa Albert Théodore Guggenheim [(1860-1937)]”, afirma Bragança.

“Él la ayudó mucho con ese tipo de actividades”, destaca Soares.

Según el profesor Bragança, las cartas intercambiadas entre ellos demuestran que “los servicios de Guggenheim iban más allá de la gestión de asuntos financieros y alcanzaban el ámbito doméstico, ya que a través de él ella se comunicaba con gente de París y él la ayudaba en sus asuntos personales”.

Pintura de Eufrásia, fecha desconocida

Tenía un buen sentido de la inversión, según información recogida por el Museo Casa da Hera.

Siempre invirtió dinero en sectores económicos que se destacaron en la época, comprando acciones de empresas ferroviarias -Companhia Paulista de Estradas de Ferro, Estrada de Ferro Madeira-Mamoré, Union Pacific Railway, Cairo Electric Railway, Canadian Pacific Railway, etc-, empresas mineras y petroleras, sectores agroindustriales y empresas de servicios como puertos, electricidad y transporte urbano.

Según Duarte y Alves, también compró acciones de empresas bancarias como Banco do Brasil, Banque Belge, Banque Suisse, Credit Suisse y Banque de L’Indo-Chine, así como títulos de deuda pública de estados y ciudades brasileñas.

“Además, invirtió en el sector inmobiliario, apostando por la valorización de los terrenos en Copacabana [en Río], [una región] todavía poco ocupada a finales de la década de 1920”, destaca.

Soltera por elección

La larga temporada parisina estuvo marcada por una intensa relación romántica, la mayor parte del tiempo vivida a distancia.

En el barco, ella y el político, diplomático, historiador y abolicionista Joaquim Nabuco (1849-1910) se enamoraron.

Pronto se comprometieron. La relación, sin embargo, se interrumpió, sin matrimonio, 14 años después.

Según Bragança, fue una relación marcada por “encuentros y separaciones”.

“Había una asimetría entre ambos, ella era una heredera millonaria de una familia de cafetaleros esclavistas, él era un hombre sin dinero y un líder abolicionista”, afirma el profesor.

Para los estudiosos, la decisión de no casarse era una forma de permanecer independientes.

“No creo que ella expresara el motivo [de esta elección]. Pienso que, según los estándares del siglo XIX, el matrimonio le arrebataría su autonomía financiera y legal, algo inusual para las mujeres de la época”, señala Bragança.

“Sus decisiones indican que no renunciaría a la independencia”.

“Su trayectoria demuestra que nunca se conformó con lugares comunes destacados por los biógrafos, como el papel de amante o exesposa de un político prominente como Nabuco, ya que dejó su propia huella y fue reconocida por ello, distinguiéndose por sus actitudes, que destacan por su relación con la moda, pero eso no es todo.

Su individualidad fue producto de sus condiciones y del mundo en el que se insertó, analiza Faulhaber.

“Eufrásia fue una mujer adelantada a su tiempo, pero carecía de espíritu revolucionario.

“Expresó los deseos de una sociedad colonialista y capitalista del siglo XIX […], se relacionó con la alta sociedad francesa y mantuvo una actitud adinerada, pero no derrochadora”, señalan Duarte y Alves.

“Esto la situó como una persona conservadora, consciente de su papel en la sociedad de la época”.

Para él, el rechazo a la idea del matrimonio indica una preocupación por no perder las “libertades ganadas con su capacidad de administrar su propia fortuna”, ya que “hasta las primeras décadas del siglo XX, los pocos derechos de las mujeres estaban prisioneros de la figura masculina, el padre, el marido, el tutor, etc., y de una moral que culpaba a las mujeres en cada ocasión en que se desviaban de las normas”.

La vida de soltero no significaba en ningún caso aislamiento o exclusión social.

“En mi investigación en periódicos franceses de la época, identifiqué menciones a las hermanas Teixeira Leite en listas de eventos de la alta sociedad parisina: cenas, fiestas privadas, meriendas, representaciones musicales y teatrales, carreras de caballos y viajes”, enumera Bragança.

En un extracto de un artículo fechado el 14 de julio de 1887, en el periódico francés de perfil monárquico y conservador Le Gaulois, Eufrásia es descrita como “la señorita Teixeira”, alguien “muy conocida en París por su distinción y belleza” y “muy apreciada en la alta sociedad”, cita Bragança.

Mientras circulaba entre la élite francesa, también se convirtió en un ejemplo de moda. Tanto es así que el Museo Casa da Hera atesora en su colección piezas exquisitas, entre ellas ejemplos de la famosa Maison Worth, fundada por el modisto Charles Frederick Worth (1825-1895), considerado el padre de la alta costura.

Testamento

Eufrásia viviría en Europa hasta 1928. En esos 54 años, estuvo en Brasil sólo dos veces. En uno de estos viajes, en 1884, redescubrieron en el país un clima en el que la abolición de la esclavitud pronto sería una realidad: ocurriría en 1888.

“Fue entonces cuando los esclavos [propiedad de la familia] fueron liberados. Sin embargo, es importante destacar que algunos de ellos permanecieron como empleados en la residencia de Vassouras”, dice Bragança.

Su regreso definitivo no fue a Vassouras, sino a un apartamento en Copacabana, donde permaneció rodeada de sirvientes y dio la imagen de una anciana excéntrica.

Tras subrayar que no tenía “descendientes ni ascendientes”, la multimillonaria se encargó de preparar un testamento detallado. Le encargó la tarea a dos primos abogados.

Su hermana Francisca falleció en 1899.

Soltera, sin herederos, como abuelos y padres, ni descendientes, como hijos y nietos, Eufrásia podía beneficiar a quien quisiera.

Optó por la filantropía, dotando a su ciudad natal de mejoras, como escuelas y un hospital.

“La ciudad de Vassouras era un municipio en decadencia en la década de 1920 debido al desplazamiento de la producción de café hacia el norte del Estado de Río y hacia São Paulo”, añade el profesor.

“Hubo oposición por parte de la familia, pero los albaceas mantuvieron lo que ella había designado”, dice Faulhaber.

Los detalles de esta historia están bien contados en el libro Museu Casa de Hera, escrito por el museólogo Daniele de Sá Alves y la historiadora Cinthia Rocha.

Los principales herederos de Eufrásia fueron el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, que mantenía una escuela en Río; el Colegio Santa Rosa de Niterói, de la orden salesiana; y la Santa Casa de la Misericordia de Vassouras.

“Otras instituciones y personas no fueron olvidadas, aunque recibieron una parte menor de la herencia”, incluidos la Fundación Oswaldo Cruz, a la ex empleada doméstica Cecília Bonfim y a su padre, el exesclavo Ramiro Bonfim, y al corredor financiero Guggenheim.

También recordó destinar una cantidad para distribuir “entre los pobres de Vassouras” y otra cantidad “entre los mendigos” que vivían en su barrio de París. También se beneficiaron algunos parientes del lado materno: sólo tres primos.

Los que no fueron incluidos, de ambos lados de la familia, se rebelaron. La confusión comenzó tan pronto como murió la magnate.

Había designado como albaceas a dos primos, hermanos y abogados. Uno de ellos se apresuró a retirar el documento de su mesa de noche, temiendo que algún familiar llegara al apartamento y lo rompiera.

“Los primos por parte de su padre, Teixeira Leite, impugnaron la validez del testamento, alegando que Eufrásia estaba loca”, dice el libro.

Fueron necesarios 7 años de batallas legales, con la herencia completamente paralizada, para que el deseo de la aristócrata finalmente se cumpliera.

Según publicó el periódico Correio de Vassouras el 29 de agosto de 1937, los familiares que no fueron incluidos pensaban apelar la decisión judicial. Pero una multitud de vassourenses organizó una violenta protesta a la entrada del foro de la ciudad.

Los abogados de quienes se quedaron sin herencia tuvieron que huir de la ciudad por la puerta trasera de la institución, informó el periódico.

Muchas de las instituciones de la ciudad de Vassouras funcionan en terrenos que pertenecieron a Eufrásia, como la sede de la policía militar, la comisaría, el depósito de la compañía de agua y alcantarillado, una guardería, una escuela municipal y una escuela estatal, entre otras entidades, y el citado Museo Casa da Hera.

Sá Alves y Rocha escribieron que el padre de Eufrásia “necesitaba un hijo varón que transmitiera su apellido”.

Al final, acabó teniendo “una hija que lo inmortalizó”.

*Por Edison Veiga

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