El día que River y Boca jugaron juntos y Labruna se puso la camiseta de “la contra”

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Recuperación de Enzo Pérez, pared entre Me­ren­tiel y Driussi, centro atrás de Zeballos y definición de Colidio. O jugada pre­para­da entre Zenón y Mastan­tuo­no y cabezazo al gol de Marcos Ro­jo. O cen­tro atrás de Montiel y dere­chazo al án­gulo del chile­no Palacios. La ima­gen, ficticia, re­sulta inve­rosímil, utópica, imposible de imaginar en estos tiempos. Pero hace 77 años, los jugadores de los dos clubes más importantes del fútbol argentino compartie­ron equipo durante una gira por Brasil y protagonizaron varias e­s­cenas que quedaron para el recuerdo. Entre ellas, la actuación con la camiseta de Boca de uno de los máximo ídolos de la historia riverplatense: Ángel Amadeo Labru­na.

No fue la primera ni la última vez que futbolistas de Boca y River defendieron los mismos colores. En la era ama­teur, por caso, hubo al menos tres ante­ce­dentes: 1910 (por el 100° aniversario de la patria), y en 1911 y 1918, cuando tuvo lugar un amistoso entre un combinado del barrio de La Boca (el Millonario, para algún desprevenido, tuvo su pri­mera cancha en la Dársena Sud) y un selec­tivo de la ciudad de Ave­llaneda, confor­ma­do por los jugadores más destacados de Racing e Indepen­dien­te. En 1974, la experiencia se re­pitió en un partido con­tra la selección ar­gentina; y en 1975, frente a un representativo de Agremiados, a beneficio de la obra social de los futbolistas. Pero aquel due­lo en el Pacaembú, ante más de 50.000 brasileños y un puñado de argentinos diseminados por las distintas tribunas del estadio, tuvo varias particularidades que lo con­virtie­ron con el paso de los años en un partido de cul­to, una pieza de colección para historiadores y coleccionistas.

Moreno, Di Stéfano y Labruna: los tres jugaron con la de Boca.

La historia oficial cuenta que la Federación Pau­lista de Fútbol aprovechó la presencia de Boca y River en el país para organizar un encuentro amis­toso entre un combinado ar­gen­ti­no y otro brasi­leño, uno in­tegrado por juga­dores de Pal­meiras, Corint­hians y Sao Pa­u­lo, y otro, por las principales figuras del Xeneize y el Millonario. La fecha elegida fue el 21 de enero de 1948. An­tes, el River de José María Mine­lla enfrenta­ría por separado a cada uno de los clubes paulistas, mientras que el Boca de Julio Be­na­vídez haría lo propio tras el partido en el Pacaembú.

El primer inconveniente surgió en las horas previas al inicio del partido. Si bien existía buena relación entre jugado­res de los dos clubes -varios de ellos habían compartido plantel en la selección tricampeona de América entre 1945 y 1947-, no logra­ban ponerse de acuerdo sobre cuál camiseta vestirían esa noche: si la blanca con la banda roja o la azul con la franja amarilla. Ninguno de los dos equipos deseaba vestir los co­lores de la contra, y hasta el árbitro Arturo Janeiro debió visitar a los jugadores en el vestuario para intentar mediar entre ellos y buscar una solución. Cuentan que fue finalmente el ar­gen­tino Elmo Bovio, delantero del Palmeiras, quien zanjó parcialmente la cuestión: ofreció un juego de camisetas del club paulista y los jugadores salieron al primer tiempo con la tradicional del Verdao.

De ese modo, el elenco denominado “Combina­do Boca Juniors-River Pla­te” sa­ltó a la cancha con un mix de jugadores de los dos equipos: Obdulio Diano (Boca) en el arco; José Ma­rante (Boca) y Ro­dolfo De Zorzi (Boca) en defensa; Nor­berto Yácono (River), Néstor Rossi (River) y José Ramos (River) en la línea media; y Mario Boyé (Boca), José Manuel Moreno (River), Alfre­do Di Stéfano (River), Ángel Labruna (River) y Gregorio Pin (Boca) como protagonistas del ataque. El primer tiempo fue parejo y terminó 1 a 1 con goles de Pin, a los 43 mi­nutos, y Servilhio, a los 44.

Hasta ahí, nada muy fuera de lo común. Pero algo sucedió en el vestuario y los jugadores regresaron al terreno vestidos de pies a cabeza con los colores del Xeneize, situación que llamó muchísimo la atención y disparó, obviamente, toda clase de conjeturas. De hecho, el único registro fotográfico de aque­l histórico se­gundo tiempo en Brasil muestra al gran Amadeo Carrizo, to­da una leyenda del club de Núñez, disputando un balón en las al­turas y de fondo dos compañeros con la camiseta de Boca: José Marante y otro que pareciera ser el Pacha Yáco­no, pieza clave de la Máquina de River.

Los jugadores argentinos con la camiseta de Palmeiras.

Existen varias teorías acerca de por qué el equipo argentino cambió de ropa en el descanso y disputó los 45 minutos finales con la indumentaria del Xeneize. Desde que los jugado­res de Boca ganaron un sor­teo en la previa del partido hasta que la directiva de Palmei­ras pidió que devolvieran las camisetas por temor a que se rompiesen, ya que varias prendas se habían descosido producto de la fricción. Durante años, incluso, se abonó la teoría de que Labruna había pe­di­do salir en el entretiempo para no tener que vestir los colores del Xeneize. Sin embargo, las cróni­cas de la época demuestran que el máximo go­leador de la historia de Ri­ver (293) se mantuvo en la cancha durante los 90 minutos y la única variante al inicio del complemento fue el ingreso de Fé­lix Loustau, de River, en lugar de Pío, de Boca. Y que luego en­tra­ron Amadeo Carrizo por en lugar de Diano -lesionado-, Alberto Castellani (Bo­ca) por Pi­po Rossi; Pío Cor­cuera (Boca) por Mo­reno y Jai­me Sarlan­ga (Boca) por Di Stéfano.

No es ningún mito: Labruna jugó con la camise­ta de Boca. La foto aún no la encontramos, pero algún día aparecerá…”, afirma Guillermo Schoua, historiador xe­neize y director del portal historiadeboca.com. “No nos consta que jugadores de River hayan jugado con la camiseta de Boca. Nosotros, además, no consideramos ese amistoso como parte de la historia del club, ya que no se trató de un partido de River”, de­vuelven desde la vere­da de enfrente.

Los medios de la época destacaron el cambio de camiseta, como en este recorte que aporta La Passucci.

Lo extraño del caso fue que las dos chances más claras de la dupla Minella-Benavídez fueron una combinación por la izquierda entre Di Stéfano, Labruna y Lous­tau (todos de Ri­ver) y un centro venenoso de Boyé que Sar­langa (ambos de Boca) no llegó a desviar.

Los medios no pasaron el dato por alto e hicieron mención especial al tema de la camiseta. “Utilizose la casaca auriazul”, tituló una re­vista de­portiva de aquellos años. “En el combinado Boca-River, que salió con la ca­saca auriazul de los bo­quenses, entró a jugar Lous­tau en la punta izquierda del ataque”, detalló. El diario La Prensa, en tanto, también destacó en su crónica el llamativo cambio de indumentaria: “El segundo tiempo se ini­ció a las 22.44 y los argentinos entraron en la cancha vistiendo la casaca de Boca Ju­niors”.

Eso sí, pese a haber jugado con la de Boca, los mu­chachos de River fueron bien identificados por los dirigentes brasileños. Según la revista oficial del club, Sao Paulo llegó a ofrecer 100.000 pesos por la transferencia de Amadeo Carrizo y otro tanto por el pase de Moreno, pero la comisión directiva del Millonario decidió declararlos intransferibles.

Tiempo después, Labruna se convertiría en el jugador con más goles en la historia del superclá­sico (16) y dejaría bien en claro sus diferen­cias de formas con el Xeneize. “Si yo dirigiera a Boca, me iría al descenso, pierdo todos los parti­dos. Con esa clase de jugadores yo no puedo jugar al ataque como lo hago con River por­que están preparados para otra cosa. Yo quiero atacar con cinco o seis hombres, ga­nar los partidos 5 a 4. A Boca, en cambio, le alcanza con el 1 a 0″, declaró en 1975, tras el título del Metropolitano con el que River cortó una racha de 18 años sin campeonatos.

Di Stéfano, con brazalete de Boca, festeja el título contra River en 1969.

Di Stéfano, en cambio, fue fanático de Boca en su infancia y dirigió al Xeneize en dos eta­pas, en 1969 y en 1985. En la primera armó un equipo de altísimo vuelo (Silvio Marzolini, Nicolás No­ve­llo, Ángel Clemente Rojas, Norberto Ma­du­rga, entre otros) con el que ganó la Copa Argentina y el Torneo Nacional, tras un empate 2 a 2 en el Monumental frente al River de Labruna, que precisaba un triunfo para forzar un desempate. En 1981, la Saeta Rubia reem­pla­zó al Feo en el banco millonario y obtuvo el Nacional de ese año con un 11 de an­tología en el que brillaban Ubaldo Matildo Fillol, Daniel Passarella, Norberto Alonso, Norberto Alonso, Ramón Dí­az y Mario Alberto Kempes. Di Stéfano es al día de hoy el único entrenador que logró consagrarse con River y con Boca.

Historia superclásica que no entienden de rivalidades y colores.

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